sábado, 26 de junio de 2010

Soneto Sagrado X

Muerte, no envanezcas, pues aunque se te juzga
poderosa y temible, no lo eres;
porque aquellos que piensas que derrumbas
como tampoco puedo yo, magra muerte, no mueren.
Si encontramos placer en el sosiego y el sueño
que no son sino tu imitación,
traerás tú entonces mayor satisfacción.
Y entre nosotros los mejores pronto irán contigo
¡libertad de sus almas y descanso de sus huesos!
De reyes y suicidas esclava,
del azar y el destino.
Tu morada es el veneno, la guerra y las plagas;
y nos hacen dormir la amapola y el hechizo
mejor que tu estocada.
¿Por qué entonces te has de envanecer?
Cuando el breve sueño pasa, despertamos eternos.
Tú morirás, muerte, y dejarás de ser.

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