lunes, 2 de agosto de 2010

La chica del vestido rojo


Mariella intentaba llegar a la casa de su novio a tiempo, siempre llegaba tarde... y bien, tal vez ese sería su único novio, pensaba ella.
Su vida social se reducía a su novio, su mejor amiga y su prima, y ella así lo prefería
Era mejor tener uno o dos amigos de verdad, a quienes les podrás contar cualquier tontería y nunca se reirán de tí, sino contigo a que tener un montón de extraños con los cuales hablas sólo de trivialidades aburridas y superficiales que no llevan a nada útil.
Tocó el timbre, esperó y su novio abrió la puerta.
-¡Cariño, estás aquí!- dijo él.
-Seguro J.- le dejo dándole un beso.
James tenía el leve presentimiento de que ese día sería el mejor de todos...
Eran novios desde hacían 4 años y hoy le haría la pregunta que toda novia que ama a su concubino quiere escuchar.
Mariella entró a la habitación de huéspedes para cambiarse el vestido... ella insistió para que el no conduciera hasta su casa. porque quería venir caminando.
Se duchó y esperó a que su cabello se enchinara, se puso un poco de mousse y buscó en su baúl prestado todos los accesorios de su madre.  ella era una chica extraña.
Se colocó el vestido rojo sangre y se maquilló; se colocó unas sandalias de tacón y se enrredó en el cuello 3 collares de perlas, sacadas de las conchas con gran esmero, se perfumó de Kenzo, Amour, que tanto le gustaba tanto a ella como a James.
Luego bajó las escaleras, ya eran las 8:00pm y las luces estaban tenues y al último peldaño James le tomó sorpresivamente por la cintura y le besó con extrema pasión.
La amaba.
-Iremos a un lindo luga, pero no sabrás hasta el final- Deslizó con delicadeza una cinta de seda sobre el rosto de Mariella y le cubrió los bellos ojos.
-La cena estuvo espectacular- dijo ella, tomando un poco de vino Frontera.
-Tú realmente lo eres... querida- dijo tomando las manos entre las suyas. los ojos de ambos se miraron, de ningún lugar predecible sacó el anillo de diamantes que tan especialmente escogió para la que reinaba en su corazón.
-¿Aceptarías... aceptarías casarte con este tonto siervo del cielo?-Le sonrrió
-Yo, yo sería una tonta si no te acepto- dijo luego de dar un gran suspiro para no llorar.
-Entonces eres la tontita de mi corazón- le tomó la mano y con delicadeza pasó el anillo por su dedo anular.
Nada podría ser mejor ¿o si?

1 comentario:

  1. Pues si es lo que muchas mujeres sueñan en ese dia magico donde el amor se cristaliza en una pedida de mano ...un abrazo Fresita ...besos

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